miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cultura del entretenimiento: ¿obstáculo a la razón?


El hombre ha tratado de aprender y mejorar en todo lo que respecta a su vida. Esta actividad surge del hecho de saber que no está solo en el mundo y que necesita de los otros para reconocer sus errores y sus aciertos. Ese ir y venir de experiencias es el soporte de una cultura social que le compete a todos: la cultura del entretenimiento. Visto como proceso social, se puede decir de ésta cultura que juega un papel tan importante en la sociedad que influencia de manera crítica el proceso de evolución de conocimiento -pensamiento complejo- en cada persona durante su etapa de adolescencia.

A medida que pasa el tiempo, este asunto del contagio cultural dado por el entretenimiento se ha convertido en un arma traicionera en contra del hombre; aunque, como se dice coloquialmente, “las armas no matan”. Quiero dar a entender que la cultura de entretenimiento no es inicialmente dañina, el problema radica en que hemos descuidado las bases de la razón y nos estamos dejando guiar por un pensamiento de masa, como si todos nuestros escapes banales se fusionaran en un pensamiento de “nosotros”. Y es ese resultado el que nos estamos vendiendo a nosotros mismos. Por todo lo anterior, puede uno concluir que la cultura del entretenimiento obstaculiza el uso de la razón.

Este tipo de influencia se hace evidente al analizar datos anteriores a la aparición del concepto de cultura del entretenimiento (para lo cual no debe existir fecha específica, sino fundamentos basados en el nivel de afección sobre el modo de vida por parte del entretenimiento) y comprarlos con datos actuales. Seguramente los resultados serían despampanantes, el mundo de hoy se mueve, y centro mi atención en los países industrializados, dependiendo de qué tendencia o corriente se esté rumorando. Y resulta contradictorio pensar también en los problemas por contaminación, pobreza, violencia, etc. que enfrentan muchos países del mismo planeta.

Otro de los aspectos que se deben analizar en el proceso de evolución del entretenimiento y el papel que cumple la publicidad al momento de presentarlo, es el constante “ataque” que deben soportar los jóvenes actualmente. Sin duda los anuncios publicitarios de antes tenían como objetivo fundamental presentar productos con la capacidad de mejorar el nivel de vida; hoy en día, parece haber deficiencia por parte de quien vende y de quien compra. Podría uno decir apresuradamente que es el comprador el que corrompe al vendedor, pero de nuevo caeríamos en una falacia comúnmente usada para respaldar actos impropios. Y como todo proceso vivo, la publicidad (en general la cultura de entretenimiento) ha desarrollado una evolución encaminada a sobrepasar -romper- los limites propios de la razón; esto es un instinto y una intención de persuadir por medio de un proceso de formación para cada producto y servicio, lo que permite el reconocimiento de un transcurso de imagen por parte del cliente.

Hoy en día es muy común desviar la atención de actividades que, para nosotros, son de importancia relativa; es decir, con gran facilidad podemos dejar de hacer algo por averiguar sobre esto o hacer aquello. El punto es que el mundo de hoy nos ofrece una gran cantidad de información pero cada vez más se pierde el sentido, tal vez en la educación, de clasificarlo; de establecer filtros y determinar lo importante de lo banal. Un claro ejemplo de esto se da al momento de terminar el bachillerato y escoger una universidad y un programa académico. El problema es, antes que dificultades de dinero por ejemplo, que los colegios se preocupan por el futuro de sus estudiantes y esto no es problema (todo lo contario), pero no controlan el nivel de saturación al que se puede llegar o el tipo de información que suministran: no se gana nada si no se hace nada por ganarlo o si se hace todo lo posible por hacer de más. Como experiencia personal, siendo estudiante de bachillerato pude notar que durante los últimos años los colegios (en general, no todos) se preocupan por que sus alumnos alcancen los estudios superiores, ¡no importa que se estudie!, lo importante es estudiar…Y esto es tan solo uno de los tantos resultados que produce el exceso de información en la sociedad de hoy.
Además del fenómeno de la cantidad de información suministrada, se debe tener en cuenta que gran parte de ella va dirigida a la juventud; la publicidad parece haber descubierto mejores resultados si se envía la información a la población de menores y adolescentes. Y es que hasta podría resultar conveniente para todos el hecho de que desde cierta edad se empiece a manejar un poco de autonomía a la hora es escoger, pero el problema sigue siendo el mismo: no nos interesa, a “nosotros”, clasificar lo importante de lo banal. Esto no permite desarrollar un sentido de responsabilidad ni una autonomía de pensamiento. Tal vez el ejemplo más claro y valido en este caso sea Coca Cola, que desde hace algún tiempo se ha dedicado a mantener una estrecha relación con los jóvenes por medio de sus comerciales. Tal es el caso de un comercial que muestra diversas situaciones de la vida cotidiana de los adolescentes: a cada minuto de su día no pueden dejar de decir groserías, en el colegio, con sus amigos, en una fiesta, cuando están tristes, enojados, contentos, etc. Hasta el final se muestra un grupo de adolescentes dentro de un laboratorio, donde un par de científicos buscan analizar el comportamiento de los adolescentes y si al tomar coca pueden cambiar esa actitud. Al final siguen diciendo groserías, y el comercial termina con un slogan que dice: “Si la intención es buena, no importa como suena”. Y no es sólo Coca Cola, también se suman Pepsi, Seven up y no solo industrias de refrescos sino de casi todos los productos habidos y por haber, hasta servicios de salud se ven incluidos en el grupo de la publicidad agresiva.

Después del anterior análisis a algunas de las estrategias de la publicidad (y en general de la cultura del entretenimiento) uno se pregunta porque no hay ningún tipo de respuesta por parte de los adultos, si se supone que en ellos hay un mayor nivel de criterios y capacidad para decidir, y la respuesta es que la publicidad se encarga de convencer a través de la construcción, paso a paso, de una imagen publicitaria y mediática para cada producto y servicio. En este mundo de imágenes no queda difícil sumar seguidores, y como en los hogares los padres tienen la ultima palabra no es raro que los hijos adolescentes sigan el mismo camino: el de adherirse sin criterio a campañas publicitarias.

Aunque repensando un poco el asunto de la publicidad, no es cierto que impida el desarrollo de conocimientos pues ésta es producto de hombres que han estudiando y aprendido a usar sus saberes. Pero el entretenimiento demuestra que el hombre es cada vez más incapaz de controlar las vertientes que lo componen, y de lograr una objetividad óptima en todo momento.

Cuando se trata de de asuntos competentes a todos la respuesta más rápida del hombre es revelarse momentáneamente, como un fósforo encendido…su acción dura poco. Y es que nos hemos acostumbrado a que nos manejen, lamentablemente y cosa que lo empeora todo es que es el resultado de nuestro propio conocimiento el que ahora nos ha convertido en objetos débiles y dependientes; porque en eso nos ha transformado la cultura del entretenimiento, manejada por la publicidad: navegamos en un mundo materialista que nos necesita y nosotros a él. Todo lo anterior es tan sólo una parte del asunto referente a ésta cultura, también está la posibilidad de tratar el efecto físico y psicológico que causa en los adolescentes, enfermedades como la bulimia, la anorexia, el consumismo, la obesidad, entre otras.

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